Sunday 6 November 2011

Postal del Medio Oeste

Aterrizamos en Detroit procedentes del Louis Amstrong Airport en New Orleans. Han pasado un par de semanas si no más desde la última entrada así que dejaré New Orleans para una entrada futura.

Ahora estamos en el Mid West.  Llegamos aquí para encontrarnos con uno de los más laureados energúmenos de la pandilla murciana y con su mujer María, también murciana. De apodo inconfesable, el Doctor Germán Martinez Martinez es físico investigador en la Universidad de Michigan. Tras ganarse de mozo la expulsión de la Universidad de Murcia poco antes de acabar la carrera, merced a su actitud desafiante y menosprecio del profesorado huertano, se licenció en física en la Complutense. 
En Madrid se puso a estudiar la atmósfera de Marte y se incorporó proyecto de investigación que enviará una misión espacial al planeta rojo el año que viene y llevará la bandera española por primera vez fuera de los confines de la Tierra. Después de Madrid investigó  en Noruega y ahora ha conseguido hacerse un hueco en la universidad pública más prestigiosa de EEUU para investigar durante 4 años. De momento dice que se pasa los días mirando unas fotografías en busca del líquido elemento y eso, a todo un teórico como él, lo desespera. No obstante, le satisface el trato respetuoso que inspira en el departamento todo un huertano de rancia estirpe como él.
A pesar del romanticismo que sugiere su campo de investigación, Germán es un tipo práctico  que dice haber llegado hasta donde está por pura coincidencia y no por amor a Marte.  Tanto es así que cuando este intrépido reportero le pregunta sobre el significado de encontrar agua y vida en el planeta rojo, responde por peteneras: "a ver que iban a decir los curas entonces". 

Ann Arbor, donde viven Germán y María, es hogar de la University of Michigan, una burbuja liberal en medio de un estado conservador como es el propio Michigan. Se encuentra a media hora de Detroit, ciudad legendaria y uno de los lugares que más había despertado nuestra curiosidad a lo largo del viaje:

Motown o Motor City algunos de los sobrenombres de una ciudad que se hizo famosa por ser la fábrica de carros de EEUU. Pero la historia de la ciudad como la de tantas divas es tormentosa. Si Detroit fuera una persona esta ciudad sería mi tio Manolo: ha sufrido un sin fin de altibajos, tuvo su encanto hace unas cuantas decadas y ahora está en la ruina. La última recaída fue con la crisis y apenas se empezó a recuperar gracias al terremoto de Japón. Aún así la ciudad sigue estando casi vacía. Hay muchos edificios abandonados que los propios dueños incendiaron para cobrar el seguro y largarse con algo de dinero de allí. Diré, sin embargo, que a nosotros que somos aficionados a las ruinas contemporáneas y a la cara fea de las ciudades, no nos impresionó demasiado. Una hipótesis es que efectivamente la crisis del automóvil japonés esté ayudando a la recuperación de la ciudad; otra es que viniendo de New Orleans, donde aún penetra el hedor que trajo el Katrina, fuera difícil sorprenderse. 

Una sorpresa muy agradable fue el barrio de Heidelberg, donde reside el proyecto homónimo. Allí, en uno de los barrios más deprimidos de Detriot, uno de los que más sufrió el azote del abuso de las drogas y la delincuencia asociada a su comercio en los '80, se produjo el milagro hace 25 años. En 1986, Tyree Guyton comienza un proyecto artístico en un intento de escapar de la miseria que le rodeaba sin tener que abandonar su comunidad. Con la participación de sus vecinos y al igual que el mismísimo Jesús transformara el agua en vino, Tyree transformó basura que fue encontrando en hermosos artefactos. Una vez instalados en las calle y las casas abandonas alrededor de la suya, convirtieron el suburbio en una gigantesca obra de arte. Una muestra de originalidad y valentía de la que son testigos el color y el humor que se respira. Estas son calles que les mangaron a los gangsters sin pistolas ni porras.