Sunday 3 August 2014

"La playa" o "Del desdén por la pequeña mierda"



Dejas de leer. O de hacer como que lees. O de buscar tetas todavía mejores. Entonces observas cómo se van. Como los rapta la prisa y se los lleva en vuelo. Cómo ya ni pisan la arena. Se alejan elevados. Un par de palmos. Acostado vigilas su mierda sobre la arena. Se la llevan casi toda. Los últimos del grupo. Los más tontos, los pardillos, los insultados. Y claro, algo se dejan. Te quema la humanidad. No hay crema ni factor para ese rayo. Se quieren fugar. Se afanan los ninguneados. Les fustiga el orgullo. Sus líderes se alejan suspendidos en el aire. Son también nuestros líderes. Y estos capullos aún con los pies en la tierra. Igual que nosotros. Empleados de la limpieza. Descastados. Heridos en el orgullo. Limpiar nos da asco en esta tierra. Hasta limpiarnos nos produce arcadas. La limpieza dada la vuelta de tortilla. Mimetizada con su némesis. Mierda. Ahí se van. Dejan pegotitos. Una pelotita de aluminio que a quién. Por un vasito yo no he sido ¿Por quiénes nos habrán tomado? La plenitud invariablemente más allá. Al ocaso de esta parranda se le solapa otra en sus albores. Siempre vamos tarde. En mi piso se limpiaba el domingo. Hasta que llegó el revolucionario sistema de semanas marcianas. Semanas que discurren de martes a martes. Desde entonces en mi casa se limpia el miércoles y arrastramos una semana de retraso. Una semana que le hemos sisado a la vida. Una limpieza que nos hemos sacudido del batín. La vida nos presta obstáculos a la obligación. Un deseo. Un celebrar nada. Algo más urgente como mirar facebook. Ir a mercadona. Hacerse una cola frente al espejo. Darse una paja. Consumir algo. Algo que valga la pena. Rellenar el hueco. Siempre ésta angustia certera de que si aceptamos la limpieza como algo inevitable, la verdad podría ser esta: la vida se reduce a cagar y limpiarse el culo. Y mira por donde, algunos apreciamos la costrilla. La fricción secreta. El desconchado que se revela en el calzoncillo. Meterse la mano en la raja. Olerse. ¡Así huelo yo, mierda! Oler a mierda y que huela bien. ¿A quién no le gusta inventar utopías? Infinito partido por infinito. Miedo a la limpieza. Miedo al vacío. Miedo a la nada. La búsqueda neurótica de algo sólido. Qué dé sentido. Por Dios que sea ligero. Las nieves perpetuas del abismo son marrones. La vida es vacío lleno de mierda. El antiquísimo drama. Nacer. Llorar. Patalear. Y al fin cagar. La primera sonrisa. El artista que todos llevamos dentro. Toda la vida intentando superar esa verdad que pesa sobre nuestra obra. Sobrevalorada. Cagamos. Intentamos cagar mucha mierda. O al menos una mierda que huela bien. Que les huela bien a los demás. Joder, ese pedo no olía mal, ¿o qué? Sí, sí, ha sonado. ¿Pero a que no olía mal? El triunfo de la música. La vida es huir del vacío. Vacío. Cagar en el vacío y salir volando. Elevado. Encontrar otro vacío. Cagar. Olvidarlo. No hay que perder el tiempo limpiando. Movernos hacia adelante. Comer más. Comer mejor. Beber más exquisito. Viajar más rápido. Ignorar al vacío. Desdeñar el hueco. Don’t mind the gap. Y un día te caes por la grieta. Y lloras. Si todavía puedes. Un día te miras al espejo vacío. Y no te ves. No hay nada excepto una imagen hueca que te devuelve el eco de tu mirada inexistente. Vacía. Eres un cero. Lloras. Si todavía puedes. Piensas en toda la mierda que has dejado en el mundo. Quisieras volver y limpiar. No comer tanto. Ser menos. Cagar menos. Limpiar más. Ya no te ríes de la ecuatoriana de tu abuela. Ahora quisieras haber limpiado el culo de unos cuantos viejos. Te sentirías mejor. Pero no hay tiempo. Te elevas. Pero no. No vas al cielo. Vas a caer en un montón de mierda. Vuelves al recuerdo de tu abuela. Piensas en el Cristo. ¿Cagaba Jesús? ¿Se habría cagado en la cruz?  ¿Se habría cagado en Dios? Etc. Etc. Nadie habla ya de eso. Te ríes nervioso. Por qué todas las historias necesitan de un final dramático te preguntas. Te elevas. Te elevas y en un momento ya no más. Tampoco bajas. Es solo un instante. Apenas perceptible. Ya bajas. Quisieras haber permanecido ahí. En ese impass efímero e inefable. Infinito. Vacío. Ya no es posible. Te dices que la vida es hermosa. Estás deseando ser gozosa bacteria otra vez.