Thursday 7 July 2011

Márchese señor Payaso

Se tiene que marchar, no puede continuar lo que está haciendo. ¿El qué? Por segunda vez salgo la calle, en Cartagena, a ejercitarme en el antiguo y gentil arte del ridículo, con una nariz roja, cuando me veo atropellado por dos munipas. Dos denuncias al canto. Me acusan de ir disfrazado (aunque confiesan que ellos también lo van) y de saludar a todo el mundo en la calle, lo cual, según ellos, equivale a hacer un espectáculo y fomentar la mendicidad. Saben que no estoy pidiendo ni acepto dinero ajeno. Ante el peligro que se avecina -empieza uno por vestirse de idiota y acaba acuchillando niños en la calle- los guardias, ahora seis, me intimidan para que abandone la calle y me vaya más lejos (¿una legua?). No me explican el por qué, se sacan de la chistera una ‘ordenanza sobre espectáculos públicos en la vía pública’ y ante mi insinuación de abuso de poder dicen que extralimitarse sería pegarme una hostia en plena calle. De lo cual entiendo que estará regulado el fostiar a cualquiera cuando nadie más esté delante. Mientras en la jaula dorada del centro de Cartagena, custodiada por la centuria, se puede tan solo beber horchata y hablar bajito, en la periferia se comercian toneladas de droga y la policía es la única que no lo sabe. ¿Es este el modelo de sociedad plural, sana y dialogante para CT? ¿Gozan los polis de autoridad ilimitada para joder al ciudadano, aunque éste sea imbécil?

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