No encuentro las palabra (válgame el tópico), hay demasiado que contar. Creo que lo mejor es no intentarlo con demasiadas ganas porque se me cruzan los cables de los dedos y no sale nada coherente por la pantalla. Es el momento de vivirlo y al mismo tiempo tengo ganas de compartirlo.
Mi anfitrión es un tipo excepcional llamado Konrad. En un día con él tuve lugar de ir a un internado a dar un taller de expresión corporal a los hijos maltratados de la distopia. De visitar las fábricas textiles abandonadas de Lodz donde un grupo de artistas locales van realizar STOP-MOTION, un proyecto de arte que combina música y movimiento usando los elementos abandonados de las fábricas. Después concierto en Villa Ghromana. Después me dió las llaves de su casa, cogió un tren y se marchó a Oslo.
Lodz es una ciudad marcada por la historia del s. xx europeo. Qué lejos nos quedan esas historias de judíos en España. Aquí, en la ciudad que albergó el segundo mayor ghetto creado por los nazis la historia está a flor de piel. Lodz era la tierra de las oportunidades y a ella llegaron comerciantes y artesanos judíos, rusos, polacos y alemanes. En su momento álgido llegaron a haber unos 230.000 judíos de una población total de unas 750.000 personas. Al acabar la guerra había sobrevivido apenas 900 personas, el resto fueron aniquilados. Cómo no va a pesar. Qué alegría ni que huerta.
Hoy comienza Retro/Per/Spetywy un festival que combina teatro, conciertos, exposiciones, cine y talleres. La temática del festival es la tradición judía, su cultura e historia.
Me voy corriendo porque son las 6.30 y en media hora se estrena en el Teatr Nowy la pieza Tov.
Cuánta vida y cuánta muerte juntas. La selección del lugar y sus gentes parece ser no era aleatoria,todo aquello que despuntaba era objetivo a eliminar, y cuánto cuesta renacer tras la masacre.
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