La mañana se cuela con cautela a
lomos de una noche que regatea permisos, compromisos y abandonos.
La mañana se cuela con cautela y
tú me cuentas de qué están hechas las señales antiguas que hablan desde tu piel.
La mañana se cuela con cautela y
tú te acomodas en el sillón de las estrellas al tiempo que me despides a golpe de
mentón y jarana.
La mañana se cuela con cautela y
hay que ponerse sombrero para que no deslumbren nuestros ojos las estatuas del
poder que pueblan estas calles.
La mañana se cuela con cautela, y
al amanecer un derroche de compadreo entre los que van de orilla a orilla: el melancólico, el alegre y
el moderado se piropean.
Está también la Luna escuchando a
la Estrella del Alba que le confiesa su soledad de mujer iniciada.
La mañana se cuela con cautela pero antes encenderemos un
fuego y a él sin dudarlo le ofrendaremos aquello que nos estorba.
La mañana se cuela con cautela y
ahuyenta los escalofríos, los cubre de lana y los sobetea.
La mañana se cuela con cautela y
yo en la casa de al lado espero que salgas a dar un paseo, que de camino tus
ojos vayan a parar a mi puerta.
La mañana se cuela con cautela y
tú aún no has vuelto, te retienen aquellos pactos con un viejo amigo al que ya
no le sigo la estela.
La mañana se cuela con cautela y
callando sabemos que el crepúsculo puede servirnos de tregua.
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