Monday 5 January 2015

divagacions post teatrales

Estos días se han cruzado algunas ideas que necesito exorcisar. Surgen de la necesidad de repensar El Hombre de la Arena. Por tres motivos: 1) que algunos de los temas que me interesaban del cuento (el debate intuición vs racionalismo - el mito satánico prometéico cientifista - inteligencia artificial y amor) no cobran relieve en nuestra puesta en escena; 2) porque el feedback que me llega de la gente que la ha visto o que ha recibido el dosier y el vídeo apuntan a algunos puntos flacos; 3) Porque estoy leyendo "¿Qué es el arte?" de Tolstoi que aunque tenga, en mi humildérrima opinión, una visión limitada en muchos aspectos sobre el tema, es un buen estímulo para repensar por qué nos dedicamos a tratar de hacer arte y cuándo lo conseguimos. Estas cosas ruso-viejunas tienen miga amigo lector, no se olvide de los rusos tan fácilmente!

Al tema: chequeando la sinopsis del dosier que hemos enviado a las salas me he dado cuenta de que quizás es un error vender una historia de la era romántica, sin antes poner al programador de turno en contexto y sin explicarle los motivos por los que creemos que esta obra puede ser atractiva hoy día. Si tenemos en cuenta que la entrevista con el director de una reputada sala murciana fue gélida aún antes de enviarle el material, las esperanzas son flacas. Aun así esperamos que nos den una oportunidad por ser creadores locales (i.e. porque el presupuesto viene humilde estos días).

Una ejercicio para repensar el HdlA ha sido rescribir la sinopsis de lo que sería la obra en su estado acabado, ideal. Al terminarla he redescubierto aquellos temas que me interesaban, los que menciono arriba y que a día de hoy aún se muestran tímidos o inofensivos en nuestra propuesta.

En la órbita del primero de los temas: intuición vs racionalismo converge otro tema: las nuevas vanguardias en el pensamiento neo-romántico today que alertan sobre la existencia de fuerzas ocultas y la necesidad de conocerlas para que no nos dominen. Y creo que aquí hay dos vertientes: por un lado corrientes de pensamiento humanista/radical/espiritual en las que confluyen el interés por las tradiciones orientales, el medioambientalismo, el feminismo, y cualquier teoría crítica con el capitalismo; y en el otro extremo las corrientes positivistas de pensamiento mágico que promueven libros como El Secreto o el Gobierno de España. Aquello de que si lo piensas fuerte fuerte fuerte, todo va mejor. Como el famoso mantra España va bien,los brotes verdes, la champions league, etc.

A propósito de esto dejo un artículo muy interesante sobre la perversión del pensamiento positivista en el contexto de la recesión. Y aquí el vídeo "Smile or die" de Barbara Ehrenreich sobre este asunto.

Ehrenreich habla de la industria motivacional como una nueva religión o instrumento de opresión capitalista que bajo la supuesta visión emancipadora de que tu bienestar depende exclusivamente de tu actitud hacia la vida, en realidad nos aliena del contexto más amplio en el que nos econtramos: nuestro entramado politico-social-medioambiental. Una ideología que nos invita a centrarnos en generar un discurso positivo y olvidar las relaciones causa efecto que operan sobre nuestra vida y nuestro bienestar, favoreciendo así el status quo en unas relaciones de poder cada vez más desequilibradas.

Por otro lado, el mito satánico prometéico cientifista sería aquello contra lo que advierte el discurso del activismo político pro decrecimiento. Y por cientifista hay que entender tecnológico capitalista. En palabras de Alan Moore, los Faustos actuales, los alquimistas y magos que a través del manejo de símbolos y palabras modifican nuestro pensamiento y nuestras conductas son los publicistas y agentes de marketing, los que nos instan a consumir prometiéndonos una felicidad falsa y artificiosa. Esos pseudocientíficos ebrios que utilizan sus descubrimientos sobre la conducta humana para enriquecerse a costa de destruir el planeta y de cualquier asomo de espiritualidad. 

Sobre tecnología, artificio y amor hoy nos quedamos con el corto What's on your mind. Cuya moraleja abunda sobre la dictadura de lo positivo y la forma en que construimos nuestra máscara pública en la edad de Facebook.

Coda:
Por otro lado todo esto pertenece al mundo del análisis intelectual y quizás nunca fue nuestra intención hacer una disertación intelectual en el escenario sino contar la historia de un personaje y sus circunstancias de vida. A lo mejor ocurre que, en un contexto artístico de agonía postmodernista, los teatreros debemos aprender hoy a vender humo conceptual de buena calidad (y luego contar historias a la vieja usanza) si queremos que los programadores nos abran sus piernas, digo puertas.

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