De las cosas más desconcertantes
del día a día porteño y de la interacción vecinal es sin duda la manera de
saludarse. El saludo que yo bautizo hoy “a lo inglés viejo”. La manera de saludarse
que aprendíamos en inglés en la primaria y me llenaba el espíritu de desazón: el
“how do you do?” Que se responde con un idéntico y sorprendente “how do you do?”
Una pregunta cuya respuesta es la
misma pregunta. Cuánta anarquía y sin razón. En Buenos Aires el vecino que
pregunta “qué tal?” cuando te lo cruzas por ahí no espera que le digas ni tan siquiera ‘bien
gracias’. No espera con esperanza, ni tampoco espera con su tiempo. Y si
ignorante de las maneras locales consigues balbucear cualquier cosa, esa pasta
informe quedará desparramada por la escalera -vencida por no haber llegado-,
mientras el que te preguntó se aleja aureo más allá de la indiferencia. El “qué
tal?” porteño se responde con un “qué tal?” y ya.
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