Thursday 6 October 2011

Arizona baby I

Pasando por South Philly donde nos acogieron Anisa y Dan. Tuve el placer de conocer a la tropa del Pig Iron porque era el cumple de Dan y fuimos a tomar unas birras y continuar así con la saga Lecoq. Luego vinieron las dos tardes con uno de los más grandes, y una de las razones de este viaje: Kamili Feelings. Así conocimos a su amiga Silvia, la famosa polaca, y acompañamos a Kamili en la noche que despidió a su madre, Muriel Feelings, activista en los 60 para la Organization of Afroamerican Movement, educadora y autora de tres libros infantiles africanos, y conocida de Malcom X.

Dejamos Philly y a Kamili con sentimientos encontrados, tristes la muerte de su madre pero alegres por haberle visto a él y haber podido compartir un momento tan importante de su vida.

A la mañana siguiente Alex Suha, the Turk, llegaba a casa de Anisa a las 9 en punto para en dirigirnos en su camión hacia el aeropuerto de Baltimore. Con Alex la risa estaba garantizada, también las recomendaciones para el viaje: visitar Vegas y no aparcar en zonas residenciales ni a la orilla de la carretera, preferiblemente hacerlo junto a una iglesia.

7 horas de viaje y aterrizaje en San Diego, California. Carromato de alquiler, buscar un lugar donde aparcar el coche cerca de Pacific Beach y echarnos a dormir no sin antes echar una caminata por la playa y bebernos una birra furtivamente por el paseo. El puritanismo americano, la ley y el orden o como lo quieras llamar, se puede llegar poner empalagoso hasta lo indecible.

San Diego en 140 carácteres:  

Pacific:surferos y tetonas.no toples.Music n playa,atrapaos en Sublime xo peor,tacos y patinadoras.mndigar mejor n CA ken resto de USA.mexico.

20 horas en San Diego y ya estábamos en la carretera, camino a Arizona, a la Gran Raja.

Cerca de las 7, cuando el sol se estaba poniendo y ya estábamos en pleno desierto, saltamos de la Interstatal 15 a la famosa e histórica ruta 66. Fuimos testigos de una de esas legendarias puestas de sol en medio de la llanura, salpicada de pueblos abandonados y algún tren de mercancías kilométrico. Cayó la noche y con ella la pregunta, dónde coño aparcamos hoy, en medio del desierto como estamos. En plena oscuridad llegamos a un cruce y se adivinaban unas casas a los lados, en la oscuridad. Yo ya le había quitado de la cabeza a Nora lo de aparcar en medio del desierto a orillas de la 66, y el cruce, que tenía algo de luz, no me parecía mal. A ella sí, solo le preocupaban los cops, a mí los foragidos. Un poco más adelante del cruce, a un lado de la carretera, había una tienda-licorería completamente blindada. Los barrotes en todo el escaparate, que debía medir no menos de 20 metros de largo, no ofrecían ninguna tranquilidad al viajero. Al bajar del carro se intuía el olor a mierda de coyote. Entramos a preguntar cómo volver a la autopista y en la tienda nos miraron de arriba a abajo.En sus pupilas pudimos leer: forasteros...

(to be continued)



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