Murcia es un lugar singular, probablemente lo que ocurre a nivel político y social no difiera demasiado de lo que ocurre en el resto de España. Lo interesante es que aquí, como es propio de esta tierra, todo ocurre con un alto nivel de sofisticación. Tal es el nivel de perfeccionamiento y exquisitez de los políticos locales que contamos con uno de los gobiernos regionales con mayor apoyo popular. En las últimas elecciones la población de Murcia ha otorgado un 62% de los votos a este mismo partido, el apoyo más alto de toda España.
Por otra parte en los pocos días que llevo aquí he podido constatar que la palabra crisis sigue siendo, después de Coca-cola, la más pronunciada al cabo del día por los murcianos. También he notado que la gente sigue preocupada por saber cuándo volveremos a la situación de antes. A mí me parece que esto demuestra que la gente ha comprendido que el sistema económico actual consiste en un ir y venir de épocas de crisis y épocas de bonanza. De lo que no estoy tan seguro es de que lleguemos a visualizar los cambios que se deben producir a todos los niveles para salir de la llamada crisis.
Se dice que la palabra crisis define el momento que se produce entre la ruptura de un sistema y la instauración de un nuevo orden. Esto supongo que vale para todas las crisis que se enumeran hoy en día: crisis económica, crisis política, social, educativa, de valores, etc. Así pues intuyo que si esperamos a que vuelvan los viejos valores, las virtudes de la vieja educación, el buen funcionamiento social de antaño, y nuestros grandes estadistas, mejor que lo hagamos sentados. Mientras no nos embarquemos en la aventura de lo venidero desconocido permaneceremos en crisis, eso sí solo hasta el momento en que un nuevo orden de cosas se manifieste y para entonces quizás nos hayamos quedado anticuados ya.
Un periódico local ilustra hoy, para desconcierto ejemplar, esa tendencia a quedarse atrapado en las viejas costumbres. Esta iniciativa del ayuntamiento se resume en la construcción deotras 9.000 viviendas que añadir a los más de 3.5 millones de casas vacías en nuestro país. La construcción de un campo de golf parece ser la contraprestación social a cambio del decisión municipal de hacer urbanizables esos solares en potencia en los que "solo hay dos palmitos contados, un árbol y chicharras".
Hoy decía en la radio el alcalde que ésta es una medida de creación de empleo sostenible. Con monumental derroche de imaginación y fantasía, el gobierno regional se saca de la manga propuestas como ésta, o como la de montar una oficina de turismo juvenil que, compuesta de más de media docena de trabajadores provee "asesoramiento a los jóvenes murcianos sobre como hacer para irse a la nieve o dónde aprender inglés".
Y ahora las buenas noticias, hoy había una charla sobre movilidad en el empleo impartida por la consejera de la red europea de empleo 'Eures' (hola mamá) en la biblioteca regional. Parece ser que los oyentes planteaban las dificultades y el coste de aprender inglés. Se ha abierto un turno para plantear recursos y uno de los asistentes ha dicho: "yo, yo soy licenciado en filología inglesa y estoy dispuesto a hablar en inglés por skype con quien quiera", a lo que el albañil ha respondido: "pues si necesitas un apaño de obra yo te lo hago". Gracias a que ese instante el panadero ha reprimido el entusiasmo porque si replica lo mismo, se arma una comuna y un Occupy the regional library.
Conclusión y moraleja: muchos siguen ciegos, pero otros empiezan a renegar de la parálisis que produce el miedo y se dan cuenta de que es posible hacer mucho con poco. ¡Milagro!
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