Sunday, 11 August 2013

To be or not to be

Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? 

W. Shakespeare


El asunto de la responsabilidad en el Sur con el que ando dando la paliza a todo el mundo. Yo sé que está feo criticar a la tribu y que uno corre el riesgo de que lo señalen, lo despellejen y lo dejen fuera del corro. Pero la verdad es que no me considero parte de una tribu así que continuemos. Sé que si bien a veces, muchas, deseamos el reconocimiento y el sentido de pertenencia a algún grupo, no puede ser a costa de pagar con la propia individualidad. Esa forma antigua de pertenecer, como el que pertenece a una religión o milita en las filas de un partido político, en definitiva, ese pertenecer a cualquier organización cuya fuerza depende del número de acólitos, no es según Fromm pertenencia sino dependencia ya que se sustenta en el intercambio de abrigo y seguridad por libertad. Lo otro, lo deseable es una pertenencia que no se paga con la libertad, es decir, una en la que uno puede ser como es.

Voy a contar de Murcia y de mi experiencia en esta última etapa en la ciudad.

Hay mil razones hermosas por las que ahora vivo en Murcia y quizás debería empezar por enumerar las virtudes de sus ciudadanos que no son pocas, ni menos que en otros lugares. Dejo esto para otros momentos de inspiración poética, hoy ponen Hamlet, el príncipe tarado y me voy a ocupar del lado trágico: la extraordinaria capacidad que tienen las gentes murcianas para la informalidad. Donde dije digo digo Diego o directamente no digo nada. Aquellos que estén pensando en visitar la ciudad no deben alarmarse: no todas las personas son iguales. Yo voy a hablar del tópico, del mito del hombre irresponsable del Sur y sobre todo voy a ocuparme de mi particular experiencia. Todos tenemos puntos débiles y cosas que nos joden. Incluso hay quien elabora rankings: lo que más me jode de... Mi punto débil es la impuntualidad. Que esos cabrones (con mucho cariño) decidan, aunque sea a un nivel de consciencia muy underground,  qué hago yo con mi tiempo. Sí, en la espera interminable se fraguan animadas hogueras y más vale que no sople el viento de Levante.

Realmente no sé si es la perspectiva de haber viajado. Creo que viajar te ayuda, normalmente a la fuerza, a comprender al otro y ponerte en su lugar. Se desarrolla la empatía. Pero es verdad que hay personas que no han viajado jamás a la Gran Bretaña y sin embargo son puntuales. Y viceversa.

Disclaimer: estamos de tópicos, generalizando. Todo lo que usted está leyendo no vale para nada si quiere saber cómo son los murcianos. Si quiere saberlo viaje a Murcia.

Cuando uno habla de tópicos se ocupa de costumbres o hábitos. Por tanto diríamos que esa actitud laxa con respecto a la formalidad es fruto de una tradición consumada, una actitud trasmitida de generación en generación y que se remonta dios sabe a cuándo. La teoría de Schmitt al respecto es que la responsabilidad está ligada a la confianza, condición necesaria para emprender cualquier proyecto común. En todos sitios cuecen habas, afirma, pero quizás las condiciones climáticas -más ásperas según nos acercamos al Polo Norte, fuerzan a los individuos a tener que colaborar más entre ellos en el Norte que en el Sur. Necesitan confiar los unos en los otros. La naturaleza les obliga a poner más énfasis en la importancia de cumplir lo pactado. En el Sur siempre habrá un higo al que agarrarse, en el norte pasan el verano como hormigas guardando para el invierno. En el sur se puede sobrevivir en verano y en invierno. Puede uno relajar el largo plazo. Es lo que yo llamo el Perverso Poder del Ahora. El poder del ahora es la capacidad para actuar de manera espontánea, con una mente clara y liberada de esquemas mentales que impiden un contacto fresco e íntimo con la experiencia. El perverso poder del ahora es la capacidad para actuar en modo chill out 24/7 y liberados de responsabilidades.

Ahora bien, para mí la cuestión más inquietante de todas es si cada vez que se manifiesta el mito y los infiernos me corren por las venas es por choque de opuestos -es decir, que yo soy una persona extraordinariamente responsable- o si es que en realidad me estoy espejeando en la otra persona y ese reflejo me recuerda demasiado a mí mismo. La verdad es que prefiero creer esta segunda hipótesis porque así celebro la posibilidad de superar esta situación trágica y de desesperanza profunda. Es decir, que prefiero pensar que tengo un super ego de grueso tamaño y que lo puedo poner a dieta. Que puedo aprender a fluir aunque sea en el barro y dejar que la vida sea vida y no ilusión.

¿O no?

Ser murciano o no ser murciano, esa es la cuestión.

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