Tuesday 6 December 2011

Un retorno del andariego

El viaje lo lleva a uno por una serie de paisajes desconocidos, a menudo éstos son paisajes que sin saberlo uno ya ha visitado. Se trata de personas que encontramos y nos recuerdan a alguien que ya conocíamos, o bien lugares que uno ha visto por televisión, sobre los que ha leído o le han contado. Cuando uno es de naturaleza andariega y su hogar está en el camino, ocurre con frecuencia que llega a un lugar nuevo (más o menos cada vez que abandona la carretera). Allí su instinto de conservación le aconseja ser prudente, no mostrarse brusco ni pretender subir demasiado alto o entrometerse en asuntos que le son ajenos. 

Por otra parte, de todas las paradas en el camino, una de las que plantea más dificultades de adaptación es la tierra propia, casa de uno. Allí, y contra los dictados de la costumbre, también procede comportarse con cautela y no abandonarse de forma desesperada a la tarea de encajar. Allí muchas cosas parecen ser lo que eran (y de hecho muchas cosas siguen siendo lo mismo que fueron) pero algunas, bajo la apariencia de familiariedad ocultan monstruos gestados en ausencia del héroe. Esto ya le ocurrió a Jasón y otros tantos. Para salir victorioso de la lucha contra estos monstruos, es preferible mantener esa conducta en alerta que es propia del que vive en tránsito, sin hogar ni amigos. Deberá conservar interiormente su rectitud y firmeza  puesto que el viaje siempre continúa.

También pasa que muchos de los anhelos que provocaron el abandono de la tierra donde uno se crió permanecen. No han huido, si no que nos esperan. ¿O son tan solo fantasma de aquellos? Si es cierto que  como dicen: 'quien estuvo encadenado morirá oyendo ruido de cadenas aún en el silencio', eso haría imposible el retorno. Al menos un retorno sano. El retorno debe ser reconciliación sin compromisos: un acatar de buena gana los caprichos de la naturaleza y descubrirse, sin veladuras en la mirada, desde la distancia. La vuelta al hogar debe ser un gesto de magnitud comparable a nacer de nuevo: rencontrar los viejos lugares y los viejos amigos y amarlos de una forma nueva, distinta. De lo contrario corre uno el riesgo de tener que volver a salir como despavorido ante la visión terrorífica de aquellos difuntos.

Pero lo que más teme el que vuelve sería constatar que él mismo tampoco ha cambiado, que tras los atuendos del alma y las virtudes (esas vanidosas señoritas) aprehendidas, permanecen las viejas maneras  toscas que quiso perfumar con esencia de Paris.

3 comments:

  1. Interesante reflexión sobre el regreso. Es un punto de partida para abrir debate sobre el tema. Paterkovas

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  2. Interesante reflexión sobre el regreso. Es un punto de partida para abrir debate sobre el tema. Paterkovas

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  3. Cierto, que difíles los regresos a tu propia casa, tal vez porque allí es donde nos pusieron las cadenas. Y aunque viajes por el mundo sabiendo que ya ni las tienes ni las llevarás, ni te moleste ya el oirlas y creas que cuando retornes te podrás sentar en la orilla a reir con los amigos, en cuanto vuelves a casa aparece el encadenado que hubo en tí. El que apenas se puede mover, el que rema mecánicamente como los demás, el que mendiga agua y se conforma con que no estalle la tormenta.

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